martes, 25 de mayo de 2010

La Reina Virgen

La vida de esta mujer no fue nada fácil, ya desde su más tierna infancia se intuía la azarosa andanza de esta férrea fémina. Nació como princesa hasta los tres años de edad, momento en el que se realizó la ejecución de su madre, Ana Bolena, por decreto de su padre, el rey Enrique VIII, por no darle un hijo varón, acusada por alta traición y brujería. Desde entonces, la niña Isabel perdió su condición de princesa heredera y fue considerada hija ilegítima del rey, viviendo alejada de la corte, de su progenitor y de sus siguientes esposas, hasta que la última de ellas, Catalina Parr, medió entre padre e hija para que la reconciliación entre ellos fuese un hecho. Así, Isabel, al igual que su hermana María Tudor, hija de Catalina de Aragón, recobró sus derechos dinásticos en 1544. No sólo gracias a la ayuda de su madrastra consiguió su derecho al trono, sino que tras la muerte de Enrique VIII se encargó de la educación de la joven princesa propiciando e inculcándole conocimientos en inglés, francés, italiano, español, griego, latín y formación como protestante, convirtiéndose en una mujer culta y fantásticamente formada.

Tras la muerte de su hermano Eduardo, de quince años de edad, Isabel y María Tudor rivalizaron por el trono de Inglaterra, María se casó con el futuro rey Felipe II de España, algo no bien recibido por el pueblo y, ésta, temerosa de una rebelión popular que reclamase a Isabel como reina, decidió encerrarla en la Torre de Londres como prisionera, donde los españoles deberían ejecutarla, algo que no se llevó a cabo debido a la resistencia de los ingleses. Tras dos meses recluida, Isabel fue liberada y, con el falso rumor de que María se encontraba embarazada, volvió a la corte, ya que Felipe II temía que su esposa muriese en el parto y prefirió que el trono fuese para la hermana de su esposa. Tras la muerte de María Tudor, Isabel se coronó a los 25 años como reina de Inglaterra, reinado que duró hasta su muerte (a los 69 años de edad por causas naturales), repleto de traiciones, mentiras y conspiraciones de las que salió indemne y castigó duramente tal y como le dictaban los genes de su padre.

Y es que Isabel era muy tozuda, férrea en la defensa de sus ideas, carismática, prudente, de fuerte personalidad y enamoradiza. Isabel rechazó a Felipe II para contraer nupcias, se dice que los hombres poco le atraían y murió virgen, pero hubo uno que fue algo más que un amigo y confidente, fue su amante, el Conde de Essex, a quien condenó por traición tras el triunfo de sus naves contra la Armada Invencible.

Victoriosa en las batallas, en política de expansión marítima, y en la reafirmación del protestantismo, así fue Isabel I de Inglaterra, la reina virgen, una mujer valiente, ambiciosa e inteligente que se hizo valer y respetar en un mundo de hombres, la que encumbró a Inglaterra como potencia mundial pero no supo (o pudo) encumbrarse como mujer.

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