martes, 13 de abril de 2010

Día lluvioso con Aleixandre


Hoy es uno de esos días en los que en vez de trabajar, apetece mucho más quedarse en casa, abrigarse con una chaqueta de lana y mirar cómo llueve a través de la ventana. Una imagen un tanto melancólica si además se lee poesía y se acompaña con música clásica, sin ofender al sonido de la lluvia sobre el cristal.
En un día como éste, apetece el Preludio de la Suite nº1 para cello de Bach de fondo mientras se recuerda el "Se querían" de Vicente Aleixandre, abrazarse frente al cristal y dibujar en él siguiendo las estelas dibujadas por las gotas de agua.
Pd. De haber aprendido a tocar algún instrumento, me hubiese decantado por el violonchelo, por resultar el más "humano" de todos, porque al igual que a las personas, hay que abrazarlo y acariciarlo para hacerlo sonar.


Se querían
Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.
Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
Vicente Aleixandre

2 comentarios:

Vivian dijo...

Una maravilla de entrada, Palmira, tus palabras transmiten la calidez de esa chaqueta de lana, nos hacen ver esa lluvia que detrás del cristal te acompaña, una introducción perfecta para los versos del poeta que escogiste, otra maravilla, y para la pieza con la que se acompaña la lectura, una gozada de entrada.

Por cierto, casualidades de la vida, yo también tengo debilidad por el chelo, y me encantó tu manera de describir los motivos de tu querencia.

Un abrazo

Marino Baler dijo...

En días de lluvia lo mejor es abstraerse, en olvidarse de todo, en mirar las gotas de lluvia a través del cristal, todos somos esas gotas, todos cumplimos el mismo ciclo.

¿Violonchelo? Directamente podrías ser música ¿para qué conformarte con un sonido si los puedes tener todos? Conjunción perfecta entre el ser y el sonido.

Soy músico, ¿imagino lo que eres?

Entonces, un abrazo.