martes, 3 de mayo de 2011

Todas las mañanas cuando leo el periódico...


Me asomo a mi agujero pequeñito.
Fuera suena el mundo, sus números, su prisa,
sus furias que dan a una su zumba y su lamento.
Y escucho. No lo entiendo.
Los hombres amarillos, los negros o los blancos,
la Bolsa, las escuadras, los partidos, la guerra:
largas filas de hombres cayendo de uno en uno.
Los cuento. No lo entiendo.
Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes,
y una belleza ofrece su sexo a la violencia.
sus tanques, su avaricia, sus cálculos, sus vientres
Lo veo. No lo creo.
Yo tengo mi agujero oscuro y calentito,
Si miro hacia lo alto, veo un poco de cielo.
Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme.
El resto no lo entiendo.

                                                                  Gabriel Celaya.


Éste es uno de los poemas que representamos en un recital donde la voz, la mímica y una guitarra dieron vida a tantos versos. Hoy, como tantos otros días, surge este sentimiento al abrir el periódico.

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